El maestro de escuela
EL MOTIN.
AÑO IX. Nº11 (17-III-89). Madrid
Hemeroteca Municipal de Madrid

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Juan era un hombre honrado,
gordo, lucio y colorado
Pero le dió la manía
de estudiar pedagogía
Y diez arrobas cabales
pesaba entonces Juan Bales
Obtubo escuela, y en breve
solo llegó a pesar nueve
A todas las horas el cura
le quemaba la figura
Si algún bruto no aprendía,
la madre le escarnecía
O el padre de algún inculto
quería buscarle el bulto
Su sueldo pedía en balde
al gobierno y al alcalde
Y como nunca cobraba,
el hambre le devoraba
Al dormir, sus pesadillas
eran panes y tortillas
Se iba al sol frecuentemente
por tomar algo caliente
La libertad de enseñanza
practicaba de esta traza
Se desmayó cierto día
frente à una pastelería
Contemplaba su alacena
más limpia que una patena
Como no daba dinero
le echó a la calle el casero
Y el hombre salió del paso
habitando à campo raso
Quiere atraer,¡vano intento!
las aves con el aliento
Tan flacucho ya se hallaba
que ni sombra proyectaba
Cuando el viento oir se deja
tiene que subir a una reja
Una día de hambres crueles
se engulló cuatro carteles
Y de allí a pocos momentos
le dieron los sacramentos
Murió, y à su cuerpo enjuto
sirvió de caja un canuto
Sin clérigos y si canto
lleváronle al camposanto
Y España que tal consiente,
mantiene gorda à esta gente.
Juan era un hombre honrado, gordo, lucio y colorado Pero le dió la manía de estudiar pedagogía Y diez arrobas cabales pesaba entonces Juan Bales Obtubo escuels, y en breve solo llegó a pesar nueve A todas las horas el cura le quemaba la figura Si algún bruto no aprendía, la madre le escarnecía O el padre de algun inculto quería buscarle el bulto Su sueldo pedía en balde al gobierno y al alcalde Y como nunca cobraba, el hambre le devoraba Al dormir, sus pesadillas eran panes y tortillas Se iba al sol frecuentemente por tomar algo caliente La libertad de enseñanza practicaba de esta traza Se desmayó cierto día frente à campo raso Contemplaba su alacena más limpia que una patena Como no daba dinero le echó a la calle el casero Y el hombre salió del paso habitando à campo raso Quiere atraer,¡vano intento! las aves con el aliento Tan flacucho ya se hallaba que ni sombra proyectaba Cuando el viento oir se deja tiene que subir a una reja Una día de hambres crueles se engulló cuatro carteles Y de allí a pocos momentos le dieron los sacramentos Murió, y à su cuerpo enjuto sirvió de caja un canuto Sin cléricos y si canto lleváronle al camposanto Y España que tal consiente, mantiene gorda à esta gente. El maestro de escuela HOME Museo Zumalakarregi Museoa Lote 3