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En
silvestre poblachón
vió la luz este melón |
Mamando
de noche y de día
agotó al ama de cría |
Cuando
papilla le daban
un cucharón empleaban |
Lo
llevaron á estudiar
á la escuela del lugar |
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pero
cansóse el maestro
y lo espulsó por cabestro |
Como
tan bestia lo hallaron
a un convento lo llevaron |
Con
las alforjas al hombro
afana que es un asombro |
Aunque
no sabe latín
ordenan á este rocín |
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Por
pimplar en la bodega
jamás al coro se llega |
Una
vaca bien cebada
se engulle en cada sentada |
Después
de lo cual se acuesta
y echa tres horas de siesta |
Cuando
sale de misiones
espanta con sus sermones |
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El
corazón le retoza
cuando ve una buena moza |
Siempre
que se mete en juego
á Cristo le suelta el pego |
Le
birla a un párroco el ama
y una páliza se mama |
Huye
y le sigue a trote
el páter con un garrote |
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Unas
castas hermanitas
le dan consuelo en sus cuitas |
Aliviando
su cansancio
con magras y vino rancio |
Advierte
el santo varón
síntomas de indigestión |
Con
tan útil herramienta
la priora de presenta |
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Pero
el remedio es tardío
y da el último gipío |
Entre
cruces y ciriales
le hacen regios funerales |
Trasladado
á su convento
le erigen un monumento |
Aquí
yace el padre Bruno,
muerto á causa de ayuno. |