Con la revolución francesa surge el museo público, desvinculado
de la realeza o la nobleza. El gobierno republicano, en 1791, reunió en
el Louvre todas las colecciones reales, las colecciones requisadas a la nobleza
y las incautadas a la Iglesia y dos años más tarde se inauguró el
Museo Central de las Artes, Louvre.
Este modelo del Louvre influye en toda Europa y acelera la conversión
de las colecciones reales en museos públicos. Luís Bonaparte creó el
Rijkmuseum de Amsterdam y la Pinacoteca Brera de Milán; José Bonaparte,
en 1809, decretó la creación de Museos de arte en Madrid, Barcelona,
Valencia y Sevilla.
Tras la expulsión de los franceses se frenó la creación
de dichos museos. Fernando VII devolvió las obras a sus propietarios,
pero quiso crear una galería de arte con obras no necesarias en sus palacios,
el Real Museo de Pinturas. En 1819, en el edificio destinado a Gabinete de Historia
Natural se abrió el Museo del Prado, siguiendo el modelo del Louvre.
Al morir Fernando VII en 1833 nadie quiere mantenerlo y la colección está a
punto de dividirse entre sus herederos, pero la regente consiguió que
todas las obras quedarán para Isabel II. En 1868, se nacionalizó,
desvinculándose de la Casa Real.
Exposición de pintura y escultura 1861
Museo Zumalakarregi MuseoaMuseo del Louvre. Sala pintura francesa del XIX.