El circo fue muy popular en España durante el siglo XIX. La mayoría
de las representaciones las llevaban a cabo compañías ambulantes,
que iban de localidad en localidad con los animales, los domadores y los payasos.
En Madrid y Barcelona, había algunos circos estables, con compañías
más organizadas, donde se celebraban números en los que aparecían
bailarines a caballo, se hacían acrobacias, malabarismos, magias o actuaban
los payasos.
Además de los animales los circos también funcionaban como muestrario
de personas “extrañas”. El Barnum es el mejor ejemplo
a nivel mundial.
“Gigante de Alzo”
Miguel Joaquín de Eleizegui medía 2,42 metros y pesaba 203 kilos.
Lo exhibieron de pueblo en pueblo con fines lucrativos, presentándolo
como el “gigante vasco”. A mediados de siglo fue recibido por los
monarcas de España, Portugal, Francia y hasta la reina Victoria en Londres.