Desde el principio de la guerra el gobierno dio gran importancia al aumento de la caballería que se componía de 5 regimientos de línea, 8 ligeros y 1 escuadrón suelto que se hallaba en Madrid, más los 4 regimientos de la Guardia Real. Tras un real decreto de noviembre de 1835 cada regimiento se componía de 800 hombres y alrededor de 700 caballos.
En octubre de 1836 se ordenó la requisa de todos los caballos útiles de Madrid, La Mancha y Cuenca, tanto para usarlos para la caballería liberal, como para que no cayeran en manos carlistas.
En diciembre de 1837 el arma de caballería contaba con más de 10.600 hombres y alrededor de 9.000 caballos. Las autoridades liberales continuaron realizando requisas de caballos en octubre de 1838 y en enero del año siguiente, hasta conseguir el aumento de casi 4.000 caballos más.
No fue la caballería el cuerpo militar decisivo de esta guerra debido a lo complicado del escenario principal en el que se desarrolló, que dificultaba su capacidad de maniobra. No obstante haremos referencia a algunas de sus principales actuaciones. Será en Navarra donde se emplee esta arma con mayor eficacia.
La Guardia Real se enfrentó por primera vez a la caballería carlista en Viana, en julio de 1834, siendo derrotada tras un ataque dirigido por el propio Zumalacárregui, que les obligó a refugiarse en Logroño tras perder más de 200 jinetes.
En la batalla de Mendigorria, el mayor enfrentamiento de la guerra por el número de tropas empleadas, la superioridad de la caballería liberal fue fundamental para que el resultado se inclinara a su favor.
Finalmente el fracaso de las expediciones carlistas por la península, la de Gomez en 1836 y la expedición real del año siguiente, también tuvo que ver con la superioridad de la caballería liberal sobre la carlista.