Desde que Don Carlos llegara a Navarra en julio del año 1834, los dirigentes militares liberales intentaron apresarlo. El general Rodil dirigía entonces las tropas y las dividió en distintos grupos cuya misión era atrapar al Pretendiente, a las órdenes de Espartero, Lorenzo, Oraá y Carondelet. Éste último se encontraba en Viana con 300 hombres a caballo y 600 infantes. Después de huir de las tropas de Oraá y Lorenzo, Zumalacárregui quiso probar la eficacia de su recién creada caballería. Para ello, reunió un grupo de 240 jinetes y se dirigió hacia Viana.
Por su ubicación, resulta difícil poder realizar un ataque sorpresa en Viana, pero así sucedió el 4 de septiembre. Mientras la infantería carlista atacaba la ciudad, los "lanceros de Navarra" se enfrentaron a la caballería de Carondelet en el camino a Mendavia. Aunque se trataba de la primera batalla en campo abierto de la caballería carlista, la elitista "Guardia Real" liberal tuvo que batirse en retirada. Después de un par de ataques dirigidos por el propio Zumalacárregui, Carondelet se resguardó en Logroño habiendo perdido 200 de sus jinetes. Esta batalla fue muy importante para la moral de los carlistas, ya que Zumalacárregui demostró el éxito de su labor a la hora de organizar un verdadero ejército.