Esta batalla se libró en el valle de la Berrueza, en la merindad de Estella, el 29 de diciembre de 1833. Puede considerarse la primera batalla de los carlistas, ya que hasta entonces éstos se habían limitado a darse a la fuga. Zumalacárregui acababa de asumir la autoridad y decidió organizar el ejército carlista. Los batallones de Álava se unieron a los de Navarra y, a pesar de andar escasos de munición, el de Ormaiztegi consideró que había llegado el momento de foguear las tropas.
Zumalacárregui disponía de unos 3.000 hombres, a los que situó en el centro del valle de la Berrueza, junto a la localidad de Asarta. Cuando los liberales atacaron, contaban con otros tantos hombres a las órdenes de los generales Lorenzo y Oraá. Los carlistas aguantaron el envite, pero pronto se quedaron sin munición. El ataque por el flanco izquierdo dirigido por Oraá hacia la localidad de Nazar fue decisivo. Zumalacárregui ordenó la retirada, pero se mostró satisfecho del comportamiento de sus tropas. Mientras los carlistas contaron con 50 bajas, los liberales perdieron más de 300 hombres.
Los carlistas se batieron en retirada hacia Campezo después de haberse resguardado en las Améscoas. Los liberales, no pudiendo evitar la huida de los carlistas, volvieron a reunirse en Pamplona. La importancia de esta batalla reside en que los carlistas demostraron que eran capaces de soportar un ataque de los liberales. A partir de aquí los carlistas se ganaron el respeto de los generales liberales al probar que podían hacerles frente utilizando algo más que meras técnicas de guerrilla.