Esta expedición no se organizó por motivos militares sino políticos. La reina regente Maria Cristina había iniciado negociaciones con Don Carlos ante el miedo a los radicales que tras sublevarse le habían impuesto la Constitución de Cádiz. A través del reino de Nápoles propuso la reconciliación dinástica a su cuñado casando a su hija Isabel con el primogénito de Don Carlos . Para ello el pretendiente debía acercarse a la capital y reunirse con la regente.
El 20 de mayo de 1837 cruzan el Ebro casi 11.000 infantes y 1.200 jinetes a las órdenes del propio Don Carlos , con el Infante Don Sebastián al mando del ejército. A los pocos días se enfrentaran con las tropas liberales derrotándolas en Huesca y Barbastro. Tras pasar a Cataluña en junio y a Valencia en julio, manteniendo diversos enfrentamientos sin que ninguno fuera decisivo, la expedición atravesó el Maestrazgo antes de acercarse a Madrid el 12 de septiembre. Pero el ambiente político había cambiado en la capital y Maria Cristina no cumplió lo pactado. Don Carlos no trató de conquistar la ciudad ante la llegada de las tropas de Espartero.
A partir de aquí la expedición fue cruzando Castilla hasta reunirse en Aranda de Duero con otra expedición carlista dirigida por el general Zaratiegui. Ante el acoso al que les sometieron las tropas de Espartero, Don Carlos divide la expedición en dos grupos, uno bajo el mando del Infante Don Sebastián y otro bajo su propio mando.
El 26 de octubre entraba el pretendiente junto a 5.000 hombres en territorio carlista poniendo fin a la expedición.
Las represalias que adoptó Don Carlos contra los que consideró responsables del fracaso de la misma fueron el germen de las divisiones internas que acabaron con el proyecto carlista.
El Infante Don Sebastián fue relevado del mando del ejército, y Zaratiegui, Simon de la Torre, Villarreal, Elío o Eguía fueron confinados o encarcelados.